En los últimos 30 años el Área Metropolitana de la provincia de Córdoba sufrió una drástica reducción de las zonas de abastecimiento de alimentos frescos de proximidad. Durante este período, la superficie dedicada a la horticultura decreció un 74%, desplazada por la urbanización y por el avance de la frontera agrícola, principalmente por el cultivo de soja. Este retroceso afecta la provisión de servicios ecosistémicos, entendidos como los beneficios que brinda la naturaleza a la vida en el planeta. Además de generar problemas de logística, se plantean conflictos sociales, culturales y ecológicos, entre otros.
“La agricultura extensiva y la expansión urbana han sustituido a la horticultura, una práctica agrícola tradicional que forma parte de la cultura local”, dijo Victoria Marinelli, doctoranda del Instituto de Altos Estudios Espaciales Mario Gulich (IG), dependiente de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), quien realizó el trabajo en conjunto con el Observatorio de Agricultura Urbana, Periurbana y Agroecología del INTA. En este sentido, señaló la necesidad de recuperar los servicios ecosistémicos que se están perdiendo con estos cambios y de implementar estrategias para proteger e integrar la biodiversidad a los paisajes metropolitanos y a los sistemas alimentarios.
Marinelli se abocó al estudio de la evolución del uso y la cobertura del suelo en el Área Metropolitana de Córdoba en el marco del doctorado en Geomática y Servicios Espaciales que realiza en el Instituto Gulich, dirigida por Marcelo Scavuzzo, director del IG, y Beatriz Giobellina, del INTA. Se trata de una región de aproximadamente 180.000 hectáreas donde históricamente se ubica el sistema de riego del centro de Córdoba, alrededor de la ciudad. Como parte de esa investigación, analizó cómo varió en las últimas tres décadas la provisión de los servicios ecosistémicos, con el objetivo de aportar nuevos conocimientos que contribuyan a la gestión del territorio.
Su trabajo se publicó recientemente en la revista científica Journal of Environmental Management.
Cambios estructurales
Marinelli registró los cambios en la horticultura, los cuerpos de agua, la urbanización, los bosques, los pastizales y la agricultura extensiva (soja, maíz, alfalfa y papa) durante los períodos comprendidos entre los años 1988, 2004 y 2019.
Una investigación basada en imágenes satelitales muestra que la horticultura se educe en Córdoba y afecta la provisión de servicios ecosistémicos. Victoria Marinelli, doctoranda del Instituto Gulich de la CONAE y de la UNC lo investigó junto con el INTA 👉https://t.co/tbe7H7muuE pic.twitter.com/5QTgXmYqRT
— CONAE (@CONAE_Oficial) March 17, 2022
Para ello elaboró tres mapas de cobertura y cambios de usos de suelos en base a imágenes de los satélites Landsat 5 y 8, de la NASA y con la utilización de una técnica especial de sensado remoto, desarrollada por la investigadora para relevar la horticultura periurbana con un algoritmo de detección de patrones de uso de suelo. “Elegimos comenzar por 1988 porque ese año se llevó a cabo el Censo Agropecuario Nacional cuya información nos permitía validar los datos satelitales y también contábamos con imágenes Landsat de calidad para la zona. El año 2004 fue elegido participativamente con los horticultores por su cercanía a la salida de la convertibilidad y la crisis que generó un cambio estructural en la producción de hortalizas de Córdoba”, dijo.
Los mapas de cobertura y uso de suelo muestran cómo variaron los porcentajes de ocupación del territorio en los últimos 30 años. En naranja se observa cómo la horticultura ocupaba 15.929 hectáreas en el Área Metropolitana de Córdoba en 1998, y esa superficie se redujo a 4.149 ha en 2019, lo cual equivale a una disminución de 74%. Los bosques también sufrieron un proceso similar, al achicar su área de 8.636 a 4.397 ha, o sea una pérdida de casi 50%. Como contrapartida, la zona urbana creció un 132% (de 17.837 a 41.372 ha) y la agricultura 9% (de 88.159 a 95.848 ha).
Además se realizaron mapas de cambio de uso del suelo, los cuales muestran cómo de 1988 a 2019 se expandieron el área urbana y la agricultura extensiva, en detrimento de los bosques, de la horticultura y de los pastizales. Estos mapas también permiten apreciar cómo la agricultura avanzó mayormente sobre la horticultura y el bosque en la zona norte del Área Metropolitana de Córdoba. En cambio, hacia el sur la pérdida de horticultura y de bosque se relacionó con el crecimiento urbano y el emplazamiento de barrios cerrados.
“Las explotaciones agrícolas familiares desempeñan un rol fundamental en la alimentación de las ciudades. Contribuyen y mantienen sistemas alimentarios resistentes, resilientes, equitativos y culturalmente sostenibles”, explicó Marinelli. No obstante, advirtió que “en estos años se avanzó hacia una homogenización del territorio, tanto de la agricultura extensiva como de la clase urbana, cuyos parches se empezaron a conectar, mientras que se fragmentó la horticultura”.
“En cuanto a los bosques, entre 1988 y 2019 se destacó una reducción progresiva del número de parches, lo cual representa un proceso de deforestación en curso. El monte ha sufrido un decrecimiento importantísimo; ha quedado aislado y fragmentado, mientras la ciudad ha crecido dramáticamente. Incluso ha habido un gran crecimiento de construcciones dentro de regiones productivas. En las zonas norte y sur de Córdoba, que estaban abocadas a la producción de pequeña escala de alimentos frescos de proximidad, se construyeron barrios cerrados y espacios de recreación, mayormente canchas de fútbol”, agregó.
La investigación también incluyó una estimación económica de las coberturas del suelo, en relación a la provisión de servicios ecosistémicos. “Se trata de una información útil para cuantificar y comparar los beneficios de una variedad de bienes y servicios proporcionados por un paisaje multifuncional”, indicó. Al respecto, explicó que los bosques arrojaban los mayores valores expresados en dólares, seguidos por la zona conocida históricamente como el Cinturón Verde de Córdoba, dedicada a la horticultura, que ahora ha pasado a la agricultura extensiva.
“La horticultura aporta más servicios ecosistémicos por unidad de cobertura, y dado que el área dedicada a esta actividad ha disminuido en estos 30 años, el flujo de servicios paisajísticos se achicó. Hay una tendencia total que es claramente decreciente, sobre todo en las zonas norte y sur, que sufrieron los principales cambios en el período analizado”, informó.
Trabajo por delante
Actualmente Marinelli continúa su doctorado en la temática de valuación de servicios ecosistémicos de la horticultura periurbana en el Instituto Gulich, y está trabajando en el Laboratorio de Ecología del Paisaje, de la Universidad de Sanlento, en la localidad de Lecce, Italia. En 2020 allí realizó una investigación sobre servicios ecosistémicos y planificación territorial, becada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de Italia, en el marco de un programa de colaboración entre la Agencia Espacial Italiana (ASI) y la CONAE. Este año continúa avanzando en su formación en el país europeo, concentrada en la búsqueda de soluciones basadas en la naturaleza.
“La investigación publicada permitió generar datos y cartografía que hasta hoy no estaban disponibles. La siguiente propuesta es avanzar hacia una planificación territorial que apunte a recuperar los servicios ecosistémicos”, dijo, y recordó que, según los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas (IPBES), cualquier planificación debería partir de soluciones basadas en la naturaleza.
“No podemos desurbanizar, pero sí podemos recuperar otras zonas, de pastizales o uso mixto, hacerlas funcionales y generar áreas que den continuidad al abastecimiento de servicios ecosistémicos. Las calles arboladas podrían conectarse con otros espacios verdes y productivos, por ejemplo. Hay que repensar las ciudades, hacerlas compactas o desagregadas, y evaluar qué tipo de agricultura queremos que las rodeen, para reducir conflictos sociales (deriva por agroquímicos y desempleo, por ejemplo) y evitar riesgos ecológicos. También debemos incorporar servicios culturales, de recreación e incluso mantención del patrimonio edilicio, como lo es el sistema de riego de Córdoba”, concluyó.